La construcción de un edificio próximo al mar hace dos décadas en las Islas Canarias llevaba consigo la excavación de todo un solar con una profundidad de más de 10 metros, superior a la alcanzada por los edificios circundantes. La configuración arquitectónica consistía en dos edificios aislados que ocupaban sólo la mitad de la parcela, quedando el resto sometido sólo al peso de la estructura de los sótanos, destinados a aparcamientos. La solución de proyecto consistía en contención lateral con pantallas ancladas y solera drenada, con bombeo permanente. Esta solución era en principio compatible con la baja permeabilidad del terreno, formado por la unidad denominada localmente “canto blanco”, consistente en un material granular pumítico embebido en una matriz arcillosa. Sin embargo, durante la excavación se pudo constatar que, a escala decamétrica, la permeabilidad global era bastante mayor que la obtenida en ensayos de laboratorio, por la presencia de bandas más permeables, con una mayor fracturación y un menor contenido arcilloso. Ello llevó a la necesidad de modificar la solución, adoptando una solera impermeable, anclada para resistir la subpresión máxima desarrollada. En la comunicación se describen los criterios de proyecto y su modificación, así como los datos obtenidos durante la construcción. Actualmente, el edificio y sus elementos accesorios han presentado un comportamiento satisfactorio.
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